En este artículo, Angie Neira y Ginette Castro, pertenecientes respectivamente a la Universidad de Concepción y a la Universidad Católica de Temuco, analizan los niveles de comprensión lectora que la prueba CLP (Complejidad Lingüística Progresiva), utilizada durante décadas en los centros chilenos, mide en los estudiantes de cuarto y octavo. Tras repasar algunos modelos teóricos de comprensión lectora y presentar una propuesta de evaluación (Riffo y Véliz 2011) que combina todos los niveles que dicha comprensión supone, se analizan los tests usados en la CLP y se pone de manifiesto que se centran en el nivel de comprensión textual y proposicional, sobre todo en el dominio léxico y sintáctico. Por otro lado, a pesar de que se reconoce la validez de estas pruebas para estos niveles, se critica el uso de textos descontextualizados y creados ad hoc.