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Viernes, 25 Enero 2013 14:06

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote

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      Un libro que despierta el interés por la literatura. Así podría definirse La noche en que Frankenstein leyó el Quijote. Y es que la nueva obra del que hasta ahora había destacado como el último gran prodigio de la novela histórica española, Santiago Posteguillo (con su conocida trilogía de Escipión el Africano y con Los asesinos del emperador, novelas de las que probablemente otro día nos hagamos eco en esta misma sección), merece ser especialmente recomendada precisamente por ese efecto que produce en el lector de querer agarrar inmediatamente aquellos textos de los que se habla en este libro.
      Posteguillo, profesor de literatura en la Universidad Jaume I de Valencia, muestra aquí que posee una mezcla perfecta entre la profundidad de conocimientos que debe tener un buen profesor y el talento innato para narrar de forma amena que debe ostentar todo gran novelista. De este modo, en las poco más de doscientas páginas del libro, el autor hace un recorrido por la historia de la literatura universal de todas las épocas en riguroso orden cronológico. Pero lejos de pretender realizar un aburrido manual de literatura al uso, la intención de Posteguillo parece ser la de «enganchar» a la lectura a los potenciales lectores de todas las edades dando una especie de rodeo: esto es, en lugar de dar una lección magistral y rigurosa sobre el contenido de las obras maestras de la literatura universal, lo que hace es acercar a sus lectores a ese mundo mítico de anécdotas, curiosidades, incertidumbres y rumores no demostrables que rodea siempre a los grandes escritores y sus obras. De este modo, se nos habla de literatura desde el s. II antes de Cristo a la actualidad, y aparecen anécdotas de literatura irlandesa, rusa, inglesa, española, francesa o escocesa, entre otras. Esta obra contribuye así, además, a romper la imagen de la literatura que la docencia tradicional se ha empeñado en inculcar como algo compartimentado, según épocas o nacionalidades, algo que no puede ser más lejano a la realidad y que, además, en lugar de hacer de la literatura algo atractivo consigue el efecto contrario: aburrir soberanamente y, en muchos casos, alejar para siempre a la persona de la maravillosa experiencia de la lectura.
      En definitiva, Posteguillo logra salir airoso en su empeño. Porque, como decíamos al comienzo, tanto si el lector es un joven lego en la materia como si es un profesor de literatura (que es mi caso), el efecto que se consigue es exactamente el mismo: que además de pasar un rato muy ameno con su lectura, tal como acabas de leer cada uno de los breves capítulos (apenas cuatro o cinco páginas) te entren ganas de agarrar rápidamente esa obra de la que se está hablando y leerla o incluso releerla si ya la conocías. Con lo que seguro que gracias a este libro mucha más gente se acercará a descubrir o redescubrir desde una nueva óptica a Alejandro Dumas, Rosalía de Castro, Dickens, Raymond Chandler o Solzhenitsyn u obras como El Lazarillo de Tormes, Frankenstein, El jugador, El principito o Las aventuras de Sherlock Holmes.

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