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Jueves, 28 Enero 2016 19:22

Lusitania

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Tengo que reconocer que Lusitania (2015) es uno de esos libros que parece que te llama desde el marasmo de volúmenes que atiborran las estanterías de las librerías y no sabes a ciencia cierta por qué. Y es que en mi caso al menos, yo no sólo no conocía en absoluto el hecho histórico que relata la obra, sino que creo que no había leído nunca antes un libro de su género. Soy muy aficionado a la novela histórica, pero no a los libros de no-ficción que hablan sobre hechos históricos, tal como hace el libro de Erik Larson (Brooklyn, 1954), quien según la contraportada del libro es uno de los autores más célebres de Estados Unidos (aunque me cuesta creerlo, porque nunca antes había oído hablar de él…).


Lusitania es la reconstrucción histórica de un suceso que, aunque dramático, podría parecer a priori relativamente simple y casi común: el hundimiento de un barco de pasajeros por parte de un submarino en el transcurso de una guerra. Sin embargo, si tenemos en cuenta que el barco era el trasatlántico más grande, veloz y famoso de su época y que su hundimiento fue el detonante en último término de la entrada de toda una potencia como los Estados Unidos en la I Guerra Mundial (lo que acabaría decantando la contienda hacia el bando franco-británico), ya las cosas no parecen tan simples. Más bien todo lo contrario. Algo huele a chamusquina en este caso y Erik Larson se encarga en este libro de poner todas las cartas sobre la mesa en la auténtica partida de póker a tres bandas (EEUU, Inglaterra y Alemania) que supuso el último viaje del Lusitania. Tras varios años de indagar en archivos, bibliotecas y en todo sitio donde pudiese quedar algún documento escrito relacionado con el Lusitania, Larson reconstruye minuciosamente todos los puntos de vista implicados en esta historia: el de los pasajeros del barco con el capitán Turner a la cabeza, el del submarino alemán capitaneado por Walter Schwieger y sobre todo, lo más interesante e inquietante de todo, el del almirantazgo británico y sus servicios de inteligencia (la “Habitación 40”), a los que Larson apunta en última instancia como los principales interesados en que el Lusitania acabara en el fondo del mar.


Tras haber leído este libro la sensación que me queda es que su autor tiene un mérito extraordinario. Conseguir que una obra de no-ficción que no se aparta en ningún momento de la realidad histórica y que continuamente se está apoyando sobre su inmensa base documental se lea con la misma intensidad que una novela histórica es algo muy difícil de conseguir, y desde luego Larson lo consigue con creces.

Erik Larson

Erik Larson

 

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