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Jueves, 19 Diciembre 2013 21:04

Cumbres Borrascosas

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Escrita en 1847 por la mediana de las hermanas Brontë, Emily (1818-1848), Cumbres borrascosas fue considerada en un primer momento como una obra menor, atribuida por algunos erróneamente a la hermana mayor, Charlotte, que había publicado por las mismas fechas otra obra que se consideraba entonces superior: Jane Eyre. Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio, y hoy día no hay duda de que la importancia de la hermana mediana en la historia de la literatura universal excede con mucho a la de sus otras dos hermanas. Y es que Cumbres borrascosas es por derecho propio un clásico literario (aunque Jane Eyre también tenga sus fans).

Intentar resumir el argumento de la novela es tarea arto complicada (ya que es casi tan enrevesada como un culebrón venezolano…). Baste decir que comienza con un hombre llamado Lockwood que llega a la finca “Cumbres borrascosas” para alquilar otra finca vecina y se encuentra allí a tres personajes: un hombre más mayor y con aspecto maligno, Heathcliff, y a dos jóvenes Catherine y Hareton. Al visitante le basta un momento para percibir el ambiente malsano de la casa y la tensión que se percibe entre estos personajes. Será entonces la señora Dean, el ama de llaves, quien comience a contarle en retrospectiva la historia de las dos familias que vivían en la zona, los Linton y los Earnshaw, y de las relaciones de amor-odio que se irán estableciendo a lo largo de tres generaciones entre sus miembros. En el centro de esas relaciones estará como protagonista máximo Heathcliff, llevado a la casa como niño recogido y que en su juventud iniciará una relación amatoria con su hermana adoptiva, Catherine Earnshaw, que de manera indirecta llevará a la decadencia de la casa y de sus habitantes.

Cumbres borrascosas es una novela que se sigue leyendo hoy día con gusto, que no ha quedado para nada desfasada. Y probablemente en gran parte se deba a que su autora supo plasmar en ella a la perfección una determinada concepción femenina de lo romántico, que es intemporal y casi universal, y que es encarnada en la novela por la figura de Heathcliff, paradigma del héroe romántico que tanto atrae a muchas mujeres: un malote rebelde que en el fondo no es malo, sino que es que el mundo le hizo así, y que finalmente encuentra su redención gracias al amor… ¡Qué bonito!

 

Retrato de Emily Brontë

Emily Brontë

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